Por medio de la poesía expreso mi visión del mundo desde otra perspectiva, la que nos muestra el espíritu y que permanece oculto y nace furtiva cuando algo o alguien nos toca las fibras de un buen o mal recuerdo, entonces aflora nuestro "yo" ese que a veces ocultamos y que llamamos sentimientos. Fluye y emerge a veces eufórico hacia nuestro exterior y sentimos la necesidad de expresarlo y acudimos a un lápiz y papel y allí estampamos nuestras impresiones. Cuando está reposado nuestro espíritu, las ideas vagan en el vacío y se anclan en el papel, acompañados de un suspiro reverente y silencioso, los pensamientos se expanden y luego reposan en un manuscrito hilvanado de palabras que fluyen del alma, esa que no vemos, pero que las emociones le dan su forma y así entonces amamos, sufrimos, reimos y lloramos...

sábado, 11 de agosto de 2012

"Asunción, Plaza de los desaparecidos"


Asunción, ciudad bella
con tus monumentos y  edificios,
tu palacio de Gobierno, tan blanco,
majestuoso, inmaculado, jardines prolijos.
Ondea tu bandera al viento, azul, blanco y rojo.
Yo en mi reflexión les daré un sentido.
El azul por el cielo hermoso 
y el aire que tu país respira,
el blanco, la pureza de los sentimientos
de los abatidos,
el rojo por la tierra que cubre tu suelo, 
su color haciendo juego
con los corazones heridos.
Tu clima tropical no sabe de inviernos, no sabe de fríos,
la piel morena de tu gente
tostada por el sol, el trabajo y desafíos.
Las luciérnagas encienden sus linternas de noche
y en el cielo las estrellas indican el camino.
Los ríos Paraguay y Paraná, te refrescan,
en medio de sus brazos te acunan, 
te adormecen, para que no recuerdes el dolor,
ni los mártires  desaparecidos,
Allí reposan los cascos de soldados atrevidos,
manos mutiladas se extienden a nosotros
como queriendo coger las nuestras.
Allí, Paraguay,  saboree tu tereré,
observando el monumento a los desaparecidos, 
con un dolor en el pecho, por lo que habían sufrido.
Soldados, díganme ahora, ¿qué resguardan? 
Apostados con fusiles, haciendo turnos constantes. 
Siento en la espalda un frío,
recuerdo que en mi país, como en tantos otros, 
se ha repetido esta historia. 
La demencia vagó en todas partes, anuló cerebros, cerró oídos, 
vistió de dolor los pueblos, de la Patria no éramos sus hijos.
Soldados, díganme ahora, ¿qué resguardan? 
Son sólo cementos, no saben hacer daño. 
La lluvia tropical se avecina, 
como si fueran nuestros ojos
lavando las imágenes dolorosas
apostadas en nuestras retinas.
                       (Samelyn)

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