¿Dónde están los niños?
cuajando suspiros y risas oxidadas
en el martirio de la vida.
Se perdieron en el tubo del recuerdo
acurrucados al alero deteriorado
del humanismo.
¿Qué pasó con los niños,
que ya no juegan su niñez?
¿Permanecen como seres incorpóreos
que nadie ve?
Sus mismos ángeles estrangulan su alma
en el refugio oscuro
de su propia constelación.
Estridentes onomatopeyas opacan sus voces,
usando la notación perfecta,
maquillan con sones de violines
el rugido del leopardo en el monte.
Apedreemos los leopardos
y los leones que les amedrentan,
que sacan las sillas a los desvalidos
con sus fábulas
al abrigo de la inocencia.
Llevemos sus maletas a otras dimensiones
y quedémonos con la verbena azul
en el ópalo que refulge
en los corazones infantiles.
Samelyn.
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