Las cabelleras de los árboles
son peinadas por el viento
todas enmarañadas
no se quejan en el silencio.
Con qué suavidad se agitan,
delicados y sutiles
la vida respira en ellos
colores y matices.
Muy unidos permanecen,
tan altos se inclinan
que algunos parecen
verdaderas bailarinas.
Están vestidos de vida,
representan el universo
dejan caer sus semillas
en el suelo polvoriento.
A mirar sus retoños
se inclinan con el viento,
les envían besos con la brisa
y se enderezan satisfechos.
Crecen en sus regazos,
junto a sus troncos se mecen,
por su raiz comparten la savia,
como leche de sus pechos.
La madre naturaleza
ha preparado todo perfecto,
mira Dios desde la altura
sus árboles, sus flores
controla la lluvia y el viento.
Sonríe al campo, a la vida,
pero no a los hombres
que se reparten su predio
el que les dijo que adminitracen
¡Y ellos se hicieron dueños!
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